jueves, 12 de mayo de 2011

"NO ME MUERO POR VOLVER A SER PRESIDENTA, MUCHACHOS..."

Menuda frase. Y esa mujer es la única que puede decirla con sinceridad, con justicia. Los otros, incluso ese que llegó a sentarse en la Rosada por sorteo, están trocando principios, lealtades, palabras dichas por cualquier cosa que los acerque al sueño presidencial.
La Señora Presidenta (nunca como hoy merecedora de mayor respeto) ha dado todo, es cierto. Y también ha cumplido "casi" todo lo que soñó, se propuso, compartió con el compañero en amaneceres ventosos del sur cada idea, cada esfuerzo, cada utopía. Llegó a tenerlo "casi" todo como persona, como mujer, como mandataria. No desconoce ningún triunfo, ninguna gala; ya fue honrada, mimada, denostada, injuriada no sólo a nivel nacional sino dentro de las cumbres internacionales, donde pudo lucir su oratoria, su inteligencia y su glamour. Nada nuevo conocerá en otro mandato. Solamente deberá esforzarse más.
Tengo la convicción que si fuéramos solidarios y reconocidos con ellla, le pediríamos que nos deje un delfín. Que descanse. Que ayude desde el llano con su experiencia en off... No lo vamos a hacer. Vamos a seguir exprimiendo a esta mujer que ya dió todo lo que se le puede pedir. Porque era prematuro pensar que Nestor se iría y faltaba tiempo para pensar en formar cuadros potables de sucesión. Y Cristina tuvo que heredar todo: el poder, el duelo, la enfervorizada pasión popular, la guerra despiadada de propios y ajenos...todo.
Hoy, Cristina hizo un llamamiento a los sindicalistas. Y recordó que etimológicamente, sindicato está emparentado  con solidaridad .
Y me trajo a la memoria a Lech Walesa. El soldador polaco que parió un sindicato llamado precisamente "Solidaridad" en aquella patria soviética y que con su caja de herramientas al hombro, movilizó un país y quebró las voluntades hasta ser un presidente.
Solidaridad... Eso necesita Cristina. Eso necesitamos todos.

martes, 10 de mayo de 2011

Mi sexalescencia

Después de varios días sin ganas de postear, vuelvo a despuntar este vicio de teclear. Estoy en plena "sexalescencia". No tiene que ver con el sexo, o quizás un poco, sino con haber llegado a la sexta década. Hasta hace unos cuantos lustros atrás, esa franja etaria entre los 12 y los 20 años no tenía denominación ni identidad, hasta que se la llamó adolescencia. Que vendría a ser que esta gente "adolecía" de no tener madurez psicológica, no eran niños pero tampoco adultos. La tarea de médicos, psicólogos, filósofos y etc. les dió una identidad específica.
Allá por los años 50, las chicas cumplíamos los 15 y de un día para otro, éramos "grandes": tacos altos, labial, permiso para ir a bailar a los "asaltos"... los 15 eran como un rito de pasaje tan bien descripto por los antropólogos. Desde ya que actualmente eso no existe más. Las pibas festejan los 15 haciéndose lolas y ya probaron varias de las cosas que sus madres ni soñaban a esa edad.
Nosotros, los sesentones, estamos inaugurando una nueva etapa en la evolución: dejamos de ser meramente adultos, pero de ningún modo somos gerontes ( la palabra "viejos" me crispa). Somos hombres y mujeres que sobrevivimos la era de los tabúes sexuales, convivimos con el SIDA, elegimos carreras y trabajos, optamos por una sexualidad y un estado civil, decidimos si queríamos o no tener hijos. Las mujeres usamos la píldora para ser sexualmente libres, que no es lo mismo que liberadas, defendimos nuestro espacio dentro y fuera de la pareja, asumimos puestos ejecutivos, académicos, domésticos, artísticos y políticos de acuerdo a nuestros saberes y condiciones. Los hombres reconocieron que mostrar emociones no los hacía menos viriles; que presenciar el parto del hijo era compartir el milagro de la vida; que hacer trabajos domésticos era convivir con la otra y no meramente ocupar el otro lado de la cama.
Hoy, estamos jubilados. Y seguimos compartiendo amigos, actividades, silencios y jolgorios con nuestros pares. Y cuidamos nietos, pero marcamos nuestro tiempo para que la "ayuda" no sea esclavitud paralizante. El tiempo completo ya lo dimos con nuestros propios hijos, ahora les toca a ellos ocuparse de sus pichones. Y seguimos aprendiendo desde internet y computación hasta esos hobbys que antes no pudimos disfrutar porque la familia y el trabajo se llevaban las horas.
Y nos atrevemos a dar vuelta el tablero y enamorarnos de nuevo. Y cumplimos las fantasías de una sexualidad diferente, no tan genital pero tan completa y orgásmica como la otra.
Si tuvimos suerte y le pusimos hormonas, pudimos cumplir la mitad de las metas, modificamos algunas hipótesis para hacerlas viables, ´hicimos los duelos necesarios para crecer, dimos y recibimos iguales dosis de solidaridad, amistad y amor. El balance siempre nos tiene que dar
ganancias.
Porque estamos vivos! Podemos sentir el viento en la cara, podemos pensar, podemos decir y ver y escuchar... Aunque caminemos apoyados en un bastón, caminamos!
Ni qué hablar de los cambios sociales, políticos y de todo tipo que presenciamos desde nuestro lugar: primero, a través de la radio, luego la TV y hoy, esta maquinita que globaliza absolutamente todo. Hemos sido testigos preferenciales de la mayor cantidad y calidad de cambios y transformaciones que la Humanidad ha tenido.
Este es mi propio y personal FELIZ CUMPLE!   Me lo dedico a mí misma y dentro de unos días, voy a levantar mi copa - un exquisito torrontés salteño - y brindaré con mi hombre, mis hijas, mis nietas y mis amigos ... pero, por dentro, celebraré mi vida, cerraré heridas, abriré ventanas y me prometeré seguir aquí ... hasta que el Barba quiera.

Elementos compartidos de CHELA