martes, 8 de marzo de 2011

Decidiste a quién votar?

He leído un interesante post de Fernando (Dios Sol nos salvará...). Para pensar. Propone poner en papel las vivencias autoreferenciales de cada gobierno que nos haya tocado vivir como paso previo a decidir a quién votar. Tengo algunos años más, y recién pude ejercer mi derecho a elegir  a la edad de 27 años!
1973. Recien casados, mi marido y yo estrenábamos profesión en la ex-YPF, allá en Río Grande (Tierra del Fuego). Cuánta expectativa! Pero no llegaba mucha información a "la isla". Igual, no votamos al Tío Cámpora.
1974. Tampoco votamos a Perón. No teníamos tradición en ningun partido.
1983.  Luego de vivir en una empresa del Estado, a 2500 Km. de la capital, durante la dictadura, carecíamos de elementos para decidir. Se vivía. Se trabajaba. Nacieron las hijas.
Ya residíamos en Salta y un mayo del 83, en la plaza de Tartagal un hombre galvanizó voluntades recitando el preámbulo de la Constitución. Y lo votamos con el alma esperanzada.
Pero empezaron a cerrarse cortinas, a desaparecer empleos, a rumorearse que las empresas estatales iban a "racionalizarse" y la inflación era tal que así como cobrábamos, convertíamos los "australes" en dólares tratando de mantenernos.
Pero hubo algunas cosas buenas: el juicio a las Juntas, la CONADEP nos mostró el horror del genocidio generacional. Y el hombre que aseguraba que la casa estaba en orden, no terminó el mandato que el pueblo le había dado.
1989 y 1995. Tampoco voté ni al primero ni al segundo Menem. Como estaba previsto, el país fue entregado, envuelto para regalo y envilecido su futuro. Las empresas estatales, con la excusa de que no funcionaban, excluían empleados que, por su edad y su trayectoria, no hallarían trabajo en un país donde lo único que funcionaba era la timba financiera. Mi marido y yo fuimos parte de ese contingente que se convirtió en desempleados. Dependimos de las familias, de changas... Y las hijas ya eran adolescentes. Y hubo muchas familias fracturadas porque cuando no hay trabajo, se pierde la dignidad y la posibilidad.
1999. Y, claro, después de esos 10 años de pérdidas y luto, la Alianza corría como una brisa refrescante. Y el Chacho, Meijide y hasta De la Rúa nos hicieron creer que podrían, que sabían, que eran capaces... El año del desastre, el 2001, mi salud se quebró; mi hija mayor emigró a Europa; mi madre - viuda de un director de escuela - subsistía ayudada por la familia.
2003. Reconozco que tampoco voté a Nestor, porque no lo conocía. Mis hijas recuperaron sus empleos, mi marido y yo pudimos convertir los años trabajados en YPF en jubilaciones. Un día, el noticioso mostró al hombre del saco abierto y mocasines ordenando bajar el cuadro de Videla... Otro día, nos dijo que no seguiríamos siendo lacayos del todopoderoso FMI y saldaríamos la deuda que arrastrábamos desde Rivadavia...y una semillita de esperanza empezó a crecer. Crecía de a poco, como cuando día a día uno siente al hijo en la panza.
2007. Sí voté, votamos toda la familia, a Cristina. Mis hijas son mujeres adultas, empleadas, profesionales, se pudieron comprar su casa, su auto y viven bien. Nosotros tenemos nuestras jubilaciones "móviles" y pudimos pagar los impuestos que se acumulaban cuando apenas poníamos pan en la mesa... esperando la teoría del derrame!
Pero lo más importante es el orgullo recuperado, la identidad, la alegría, la inclusión. No es momento ni lugar para enumerar los logros.
Es el momento de decidir a quién voy, vamos, a votar.
Porque se hizo mucho, pero falta. Y para seguir haciendo, votaremos a Cristina

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