miércoles, 18 de abril de 2012

LA YPF QUE YO VIVI

El amigo Ricardo (Los huevos y las ideas) me tiró el guante de compartir mis experiencias como ypefiana y lo acepto con gusto. Mi hombre y yo eramos jóvenes cuando nos embarcamos en un barco petrolero perteneciente a YPF y llegamos a Comodoro Rivadavia. PRIMERA ANECDOTA: como el puerto no tenía calado para amarrar los buques, te subían a un asiento de madera y con una grua te bajaban a una lancha con la cual llegabas a tierra... Lo sabían?
La Administración, el Hospital, la escuela, la Universidad de la Patagonia "San Juan Bosco", las casas, la proveeduría estaban en Km. 3, a esa distancia de la ciudad. Y aquellos que aún no teníamos hijos o eran solteros, vivíamos en casas de la empresa - las "gamelas" - donde disponíamos de una pieza amueblada con baño y una cocina comunal. Desde el área de Producción, mi marido estrenba su título de Ing. Mecánico (UNLP) y yo ingresé en el Hospital Pte. Alvear como Psicóloga. SEGUNDA ANECDOTA: era 1970 y los kelpers no nos odiaban porque en mi hospital, el de YPF, eran bien recibidos, atendidos, operados, curados... Y cuando volvían a las Malvinas sanados, manteníamos una correspondencia fluída y amistosa. Por la noche, yo daba clases en la "U" y egresaron las primeras Maestras diferenciales; mi marido cursó allí el post grado de Ing. en Petróleo. Eramos jóvenes, la empresa nos capacitaba, nos compensaba la lejanía de la familia y nos abrigaba del viento y nos juntábamos como una familia enorme en el Club Ing. Huergo...
A lo largo de años, fuimos destinados a Pico Truncado (Santa Cruz Norte) y después, al yacimiento fueguino de Río Grande, en la isla. Allí, con tecnología de punta y un profesionalismo de excelencia, se perforaron los primeros pozos dirigidos en la Bahía San Sebastian ( eran pozos que estaban mar adentro y se "dirigían" desde tierra). Y allí, concebimos a la 1º hija y la parí en el hosp. de Comodoro Rivadavia. TERCERA ANECDOTA: en Río Grande había una unidad sanitaria y entonces, YPF disponía un Foker, un avión para que las madres lleváramos a los chicos al pediatra...en Comodoro.
Allí nació la 2º hija. Y después, 11 años después, nos trasladaron al Yacimiento Norte, ubicado en Salta, a 80 Km. de la frontera con Bolivia.
Campamento Vespucio. Allí nació la 3º y también la parí en un hospital ypefiano, mientras las hermanas mayores iniciaban su escolaridad en la Escuela, ubicada en el Campamento y, obvio, construída, mantenida y pagada por la empresa. En los 90, una jefatura de departamento nos trajo a Sede Central, Diagonal 777... Y, para quedar bien con cada destino ypefiano, parimos la 4º y última hija en el sanatorio que YPF tenía para atendernos.
Se dice que en un trabajo como éste, "somos pocos y nos conocemos mucho..." Cierto. Mi marido, con experiencia, con publicaciones que eran seguidas en áreas de perforación y producción, conocido y respetado dentro de la empresa y en las otras, las extranjeras que tercerizaban para determinadas tareas supervisadas por "nuestros" ing. y técnicos. Y cuando las aguas empezaron a ponerse tan negras como ese petróleo que salía del pozo, llovieron las propuestas y hasta los aprietes. Porque ganaba la calle que las empresas del Estado eran corruptas, sus empleados eran ineficientes, vagos y que YPF no valía nada. Y todos sabemos de la venta a precio vil, del desguase, de la "racionalización" que dejaba sin trabajo (y sin casa, sin obra social, sin jubilación) a hombres y mujeres que ya habían entregado 20 años a YPF y que no podrían conseguir trabajo.
Ayer, un joven Sub-interventor mostró solvencia cognitiva y pasión y compromiso y profesionalismo para abrir las orejas y las cabezas (algunas obsoletas y gerontizadas) de los senadores. Lo ví como el recambio generacional, esa juventud preparada y aguerrida que le está dando alma de acero al modelo de soberanía integral (tierra+recursos), con distribución equitativa, con justicia social, con una educación tecnológica que necesitamos.
No volví a Comodoro. No volví a Vespucio. Duelen. Se siente como perder un brazo de un tirón. Duelen los compañeros muertos, olvidados, convertidos en kiosqueros o taxistas. Duele que bastardeen nuestra presencia en la empresa. Duele ese "ex" que quiso volvernos insignificantes.
La vida da y quita. Y baraja de nuevo. Y cumple el precepto bíblico:
"hay un tiempo de reir y un tiempo de llorar..."
Otra vez, soy testigo de hitos trascendentales en la historia de mi Patria.
Tengo esperanza de seguir aquí y volver a ver a YPF en el lugar que nunca debió dejar. Pero debemos acompañar el proceso y trabajar y defender y crear y soñar...

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