El amigo Ricardo (Los huevos y las ideas) me tiró el guante de compartir mis experiencias como ypefiana y lo acepto con gusto. Mi hombre y yo eramos jóvenes cuando nos embarcamos en un barco petrolero perteneciente a YPF y llegamos a Comodoro Rivadavia. PRIMERA ANECDOTA: como el puerto no tenía calado para amarrar los buques, te subían a un asiento de madera y con una grua te bajaban a una lancha con la cual llegabas a tierra... Lo sabían?
La Administración, el Hospital, la escuela, la Universidad de la Patagonia "San Juan Bosco", las casas, la proveeduría estaban en Km. 3, a esa distancia de la ciudad. Y aquellos que aún no teníamos hijos o eran solteros, vivíamos en casas de la empresa - las "gamelas" - donde disponíamos de una pieza amueblada con baño y una cocina comunal. Desde el área de Producción, mi marido estrenba su título de Ing. Mecánico (UNLP) y yo ingresé en el Hospital Pte. Alvear como Psicóloga. SEGUNDA ANECDOTA: era 1970 y los kelpers no nos odiaban porque en mi hospital, el de YPF, eran bien recibidos, atendidos, operados, curados... Y cuando volvían a las Malvinas sanados, manteníamos una correspondencia fluída y amistosa. Por la noche, yo daba clases en la "U" y egresaron las primeras Maestras diferenciales; mi marido cursó allí el post grado de Ing. en Petróleo. Eramos jóvenes, la empresa nos capacitaba, nos compensaba la lejanía de la familia y nos abrigaba del viento y nos juntábamos como una familia enorme en el Club Ing. Huergo...
A lo largo de años, fuimos destinados a Pico Truncado (Santa Cruz Norte) y después, al yacimiento fueguino de Río Grande, en la isla. Allí, con tecnología de punta y un profesionalismo de excelencia, se perforaron los primeros pozos dirigidos en la Bahía San Sebastian ( eran pozos que estaban mar adentro y se "dirigían" desde tierra). Y allí, concebimos a la 1º hija y la parí en el hosp. de Comodoro Rivadavia. TERCERA ANECDOTA: en Río Grande había una unidad sanitaria y entonces, YPF disponía un Foker, un avión para que las madres lleváramos a los chicos al pediatra...en Comodoro.
Allí nació la 2º hija. Y después, 11 años después, nos trasladaron al Yacimiento Norte, ubicado en Salta, a 80 Km. de la frontera con Bolivia.
Campamento Vespucio. Allí nació la 3º y también la parí en un hospital ypefiano, mientras las hermanas mayores iniciaban su escolaridad en la Escuela, ubicada en el Campamento y, obvio, construída, mantenida y pagada por la empresa. En los 90, una jefatura de departamento nos trajo a Sede Central, Diagonal 777... Y, para quedar bien con cada destino ypefiano, parimos la 4º y última hija en el sanatorio que YPF tenía para atendernos.
Se dice que en un trabajo como éste, "somos pocos y nos conocemos mucho..." Cierto. Mi marido, con experiencia, con publicaciones que eran seguidas en áreas de perforación y producción, conocido y respetado dentro de la empresa y en las otras, las extranjeras que tercerizaban para determinadas tareas supervisadas por "nuestros" ing. y técnicos. Y cuando las aguas empezaron a ponerse tan negras como ese petróleo que salía del pozo, llovieron las propuestas y hasta los aprietes. Porque ganaba la calle que las empresas del Estado eran corruptas, sus empleados eran ineficientes, vagos y que YPF no valía nada. Y todos sabemos de la venta a precio vil, del desguase, de la "racionalización" que dejaba sin trabajo (y sin casa, sin obra social, sin jubilación) a hombres y mujeres que ya habían entregado 20 años a YPF y que no podrían conseguir trabajo.
Ayer, un joven Sub-interventor mostró solvencia cognitiva y pasión y compromiso y profesionalismo para abrir las orejas y las cabezas (algunas obsoletas y gerontizadas) de los senadores. Lo ví como el recambio generacional, esa juventud preparada y aguerrida que le está dando alma de acero al modelo de soberanía integral (tierra+recursos), con distribución equitativa, con justicia social, con una educación tecnológica que necesitamos.
No volví a Comodoro. No volví a Vespucio. Duelen. Se siente como perder un brazo de un tirón. Duelen los compañeros muertos, olvidados, convertidos en kiosqueros o taxistas. Duele que bastardeen nuestra presencia en la empresa. Duele ese "ex" que quiso volvernos insignificantes.
La vida da y quita. Y baraja de nuevo. Y cumple el precepto bíblico:
"hay un tiempo de reir y un tiempo de llorar..."
Otra vez, soy testigo de hitos trascendentales en la historia de mi Patria.
Tengo esperanza de seguir aquí y volver a ver a YPF en el lugar que nunca debió dejar. Pero debemos acompañar el proceso y trabajar y defender y crear y soñar...
Buenísimo Chela. Relatos de vida que emocionan de verdad.
ResponderEliminarGracias, Daniel. No tenés idea cómo se agranda el alma cuando una puede recordar que ha vivido y cómo se agradece a las neuronas ser capaz de hacerlo! Y compartirlo, porque yo, vos y los otros somos "el pueblo", esa gente sobre las que caen las políticas de estado... aunque no sepamos de qué hablan! Abrazo ypefiano!
ResponderEliminarHola Chela,abusando de la paciencia de ustedes, les informo que mi blog cambió de plataforma y sigue por acá: http://ganandoamigos.wordpress.com/
ResponderEliminarEsperemos que pueda tener continuidad y sea el último cambio que tenga que informar. Ahí explico el porqué de la situación. Disculpen las molestias y gracias por su amable consideración (je je, eso espero) .
Gringoviejo (el resucitau)
Bienvenido, Gringo! Había perdido tu rumbo. Será un placer retormarlo. Saludos
EliminarGracias, Chela. Por el relato y porque ahora puedo intentar entender mucho mejor lo que debés haber sentido vos y muchos cuando Cristina anunció su renacionalización.
ResponderEliminar¡Beso grande!
Sabés qué fue lo primero que hicimos?: revolver el cajón de las "fotos viejas"... Sin palabras.
EliminarAbrazo
Gracias por este texto, emocionante.
ResponderEliminarMe hizo recordar un viejo militante que conocí una vuelta hace muchos años en el interior del Neuquén, que había sido laburante de YPF y con orgullo y lágrimas de rabia despotricaba contra 'lo que le estaban haciendo a SU empresa'. Horas y horas de anécdotas.
Eso, orgullo de sentirse parte, que aún muchos que no tuvimos ni siquiera un amigo laburando ahí, aún así la sentíamos propia. Y la volvemos a sentir.
Saludos
Ladislao
Saludos, amigo. Levantar banderas que tanto se empeñaron en cambiarle los colores es una tarea gigantesca pero hay buena madera para el cambio, hay jóvenes con los ojos bien abiertos.
EliminarImpresionante. Realmente tuvo toda una historia de vida junto a YPF.
ResponderEliminarEspero que a partir de esta recuperación otras familias puedan decir lo mismo.
Pero q interesante !!!!Asi personal ...pero tan nuestro ...Gracias por compartir
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir tu valioso relato con una mirada desde el corazón de YPF, "despilfarrar" entre los de la casa es un millón de veces mejor que idolatrar la super eficiencia para llevarse todo un poco más.
ResponderEliminarAquí va de nuevo... no se si hice algo mal anoche:
ResponderEliminarGracias Chela por compartir este relato tan valioso con una mirada desde el corazón de YPF, "despilfarrar" entre los de la casa es un millón de veces mejor que idolatrar la supereficiencia para llevarse todo y un poco más.
Iris, Mabel, Mi Tucumán, gracias por el aliento. Militar es un poco ésto: desde nuestro lugar, compartir las experiencias para que otros vean y sientan lo que los dogmáticos e interesados cronistas actuales tratan de esconder.
ResponderEliminarSinceramente me emocionó mucho tu relato. El otro día cuando comenzó la cadena nacional sentí una profunda emoción de argentino -como nunca antes-, estaba orgulloso porque me sentí parte de esa recuperación de un cacho de dignidad. Yo, aunque soy joven, crecí en medio de esa marea que, una y otra vez, nos decía que las empresas del Estado eran ineficientes y estaban llenas de ñoquis. Duele recordar los cientos de miles de empleados de YPF, FFCC, EnTel y demás empresas que fueron arrojados como perros a la calle en nombre de racionalidad empresarial. Gracias
ResponderEliminarLa experiencia de vida es útil cuando despierta la mirada del otro y siento que te pasa eso, Omar. Y es bueno porque nos hace crecer. Gracias por tus palabras y por hermanar este sentimiento de emoción y de dignidad recuperada. Abrazo
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